Una táctica para defender y compartir tu fe

Autor: Mauricio Valadez

¿Por qué es importante tener estrategias para compartir el evangelio?, ¿acaso no el que convence es el Espíritu Santo? Eso es correcto, pero una cosa no anula la otra y es importante no conceder esta falsa dicotomía de “¿estrategias humanas o Espíritu Santo?” ya que no son incompatibles y, de hecho, el Espíritu Santo nos ha enseñado que él se conmueve de nuestro esfuerzo, parafraseando a San Agustín: “haz las cosas como si todo dependiera de ti, aunque todo depende de Dios». Con el evangelismo, sucede lo mismo, la tarea es 100% del hombre y 100% de Dios. Con una estrategia, no despreciamos al Espíritu Santo, ni mucho menos tratamos de anularlo, pues con esa lógica defectuosa, entonces no deberíamos hacer un esfuerzo de traducir la Biblia, ya que después de todo, el que un árabe pueda llegar a leer Jn 3:16 es su lengua nativa, no sería más que “una estrategia humana” para evangelizarlo; lo cual sería absurdo de decir.

Por otra parte, algunos cristianos afirman que no deberíamos debatir con los T (o con cualquier otra religión o secta), pero esta visión no es bíblica ni ha formado parte de la práctica cristiana ortodoxa. Jesús, nuestro máximo ejemplo, respondió hábilmente una increpación sobre Su autoridad (Mt 21:27). Jesús también calló a los saduceos en un debate sobre la resurrección (Mt 22:29). Jesús debatió el delicado tema de los impuestos (Mc 12:17). Jesús debatió con Satanás (Lc 4:4). Jesús debatió la cuestión de las curaciones en el día de reposo (Lc 5:22). Y Jesús refutó a sus oponentes sobre la cuestión de su propia identidad (Jn 8:14).1 Hay muchos otros ejemplos. La Biblia sí nos advierte acerca de los diálogos que se pueden tornar en terquedad (Pr 26:4; Tit 3:2-3; 2 Tim 2:23-26); y debemos tener en cuenta que cuando sostenemos un debate piadoso con alguien, nuestro propósito será siempre el de alcanzar a esa persona para Cristo.

 

Quizá tenemos toda la disposición para debatir y defender nuestra cosmovisión cristiana, pero este ánimo no nos servirá de mucho si no tenemos una estrategia al hacerlo, ¿cuántas veces hemos debatido con alguien sin lograr que cambie de opinión? Por ello, este apartado tiene como intención darle esas herramientas que necesitas a la hora de debatir y defender sus convicciones cristianas, no solamente con TJ, sino en general con cualquier persona, sea mormón, budista, hindú, ateo, agnóstico, etc.

La dialéctica de Sócrates tenía como fin, dar luz a reflexiones serias y argumentadas por medio de la formulación de preguntas.2 Y esa es nuestra táctica, y recomiendo al lector, grabarlo en su mente: “siempre haz preguntas”. A continuación, se presenta un ejemplo ficticio, de cómo Sócrates llevaría a cabo un diálogo mayéutico:

– Adelphos: Acabo de oír algo sobre tu amigo Eudor
– Sócrates: Antes de continuar, ¿podría hacerte unas preguntas?
– Adelphos: Claro
– Sócrates: ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?
– Adelphos: No, sólo lo escuché.
– Sócrates: Muy bien, no sabes si es verdad. Ahora contéstame, ¿lo que quieres decirme es algo bueno?
– Adelphos: ¡Ah, no! Por lo contrario.
– Sócrates: Bien, entonces quieres contarme algo malo acerca de él y que ni siquiera estás seguro que sea verdad. Entonces, ¿es útil que yo lo sepa?
– Adelphos: No lo creo.
– Sócrates: Entonces, si lo que vas a contar no es verdadero, ni bueno, ni me trae beneficio; ¿por qué quieres decírmelo?

 

Es de notar que realizar preguntas resulta muy útil, toda vez que hacemos a nuestro interlocutor razonar sus pensamientos y no simplemente reproducir lo que ha escuchado de otros. Preguntar, es una de las herramientas más sencillas y poderosas que tenemos, ya que, si se forjan sinceramente, no solamente nos proveerán de información, sino que además mostramos interés en la persona a la que nos dirigimos, a la vez que nos permiten avanzar hacia un punto sin ser agresivos (y sin tener que defender ni demostrar nada, pues sólo estamos haciendo preguntas). Además, ya que las preguntas parecen neutrales, no crean la sensación de que estamos tratando de dar un sermón.3

Jesús, quien evidentemente conocía el funcionamiento del cerebro humano, también optó en muchas ocasiones por la táctica de preguntar, preguntar y preguntar. De hecho, en los evangelios hay más de 300 preguntas, la mayoría hechas por Jesús.

Ejemplo 1:
– Espías: Maestro, ¿nos es lícito dar tributo a César o no?
– Jesús: ¿Por qué me tientan? Préstenme una moneda
– Espías: Claro
– Jesús: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción?
– Espías: Del Cesar
– Jesús: entonces den al César lo que es del César y a Dios, lo que es Dios.4

Ejemplo 2:
– Fariseos: Dinos ¿Quién te dio autoridad?
– Jesús: Yo también les haré una pregunta. El bautismo de Juan ¿Procedía del cielo o de la tierra?
– Fariseos: Si respondemos “del cielo” nos preguntará ¿Por qué no creyeron? y si respondemos “de la tierra” nos apedrearán -discutieron ellos, y finalmente respondieron- no sabemos
– Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto.5

 

Ejemplo 3:
– Maestros de la ley: ¿Quién puede perdonar pecado sino sólo Dios?
– Jesús: ¿Por qué razonan así?
– Maestros de la ley: -Silencio-
– Jesús: ¿Qué es más fácil? Decirle al paralítico: ¿Tus pecados te son perdonados” o decirle “levántate y anda”? -y dirigiéndose al paralítico, le dijo- levántate y anda -el paralítico se levantó-.
– Maestros de la ley: Nunca habíamos visto nada igual.6

Es importante aclarar que no debemos “preguntar por preguntar”, sino que nuestras interrogantes deben tener un sentido. Siempre que comenzamos un diálogo, debemos preguntarnos ¿hacia dónde queremos llegar? Por ello, es un arte hacer buenas preguntas y aunque se puede aprender, al final será la práctica la que nos convertirá en auténticos maestros. Algunos pedagogos eruditos en la materia, han comentado que hay hasta 6 tipos de estas preguntas, que son: para aclarar, para razonar, sobre asunciones, sobre causas y consecuencias; sobre origen de las ideas, sobre perspectivas y puntos de vista; y sobre las propias preguntas.7 Por razones prácticas, nosotros estudiaremos solamente tres de estos tipos, las cuales fueron desarrolladas por el apologista cristiano Greg Koukl y que bautizó a su conjunto como “la táctica Colombo” en honor a un detective de televisión, popular por descubrir al culpable de los crímenes mayormente, haciendo sólo preguntas. Koukl expresa que en todo debate que tengamos, debemos hacer estas tres preguntas (aunque hay muchas variantes de cada una), las cuales a continuación pasaremos a enunciar y a explicar de forma breve:

 

1. ¿Qué quiere decir exactamente?

Algunas variantes de esta pregunta son: ¿Qué quiere decir cuando dice x?; No sé si estoy entendiendo ¿podría explicármelo más a detalle?; Cuándo usted dice x, ¿qué significa?, etc.

Se sugiere que esta pregunta sea la que abra nuestras discusiones, dado que, cuando alguien tiene un punto de vista contrario al nuestro, es importante dejar que la otra persona se exprese sin interrupción, esto por tres cosas. La primera, para que sea él quien tenga la carga probatoria sobre lo que acaba de decir; en segundo lugar, porque en muchas ocasiones las personas no saben ni lo que están diciendo y sólo son “periquitos”, y tercero, para que nosotros no mal interpretemos lo que la otra persona en realidad dice, por lo que es importante no subestimarlo y decir “esa ya me la sé” sin antes escucharlo.8

Esto lo veo constantemente cuando los católicos romanos se acercan a increpar a los evangélicos porque “no creen en María”. En este caso, tú no deberías ir directo a la yugular, sacando todo un estudio acerca de la idolatría, eso sería una pésima estrategia apologética y evangelística. Lo que debes hacer en su lugar es preguntar “¿Qué quieres decir exactamente con que no creemos en María?” Porque para el católico “creer” viene a significar una especie de creencia salvífica o de intercesión, mientras que, para nosotros, la frase “creer en María” viene a significar en creer en ella como una figura histórica importante en la encarnación de Jesús; en este último sentido ¡nosotros sí creemos en María! Como puedes ver, nuestra primera pregunta busca resolver malentendidos y ya va dirigiéndose a refutar al contrario, haciéndole ver que no es correcto decir que los evangélicos “no creen en María”.

 

Otro ejemplo clásico, es con algunos no creyentes que dicen: “No creo en dios”. De nuevo, ante esto no deberíamos abalanzarnos a sacar nuestro repertorio de argumentos y nuestras testimoniales, eso es un error estratégico y muy prematuro ¿no crees? Lo primero y más correcto sería preguntar: “Disculpa, no entiendo, ¿a qué te refieres exactamente con “dios”? a lo que normalmente quizá contesten “un dios injusto, que no castiga al malvado” o “el dios del islam” y aclarado el punto, entonces diremos “¡Genial! Yo tampoco creo en ese dios”.

2. ¿Cómo ha llegado a esa conclusión?

Algunas variantes de esta pregunta son: ¿Por qué dice eso?; ¿Qué razones tiene para sostener ese punto de vista?; ¿Le parece que esa forma de pensar es correcta?; ¿Cómo sabe que x es correcto?; ¿Qué lo lleva a pensar eso?; ¿Qué le lleva a pensar que x es así?; ¿Eso piensa o lo leyó en algún lado?;” ¿Por qué debo creer lo que usted dice?”, etc.

Si la primera pregunta, tiene como propósito saber qué piensa el contrario, la segunda tiene la función de entender por qué piensa de este modo. Con esta pregunta, también le hacemos saber a nuestro interlocutor que él tiene la responsabilidad de demostrar lo que dice, a la vez que lo forzamos a dar una explicación para sus creencias. De hecho, puede que te sorprenda descubrir que gran parte de ellos, no están siquiera preparados para defender sus posturas. Recuerda que el hecho de que lo afirme con mucha seguridad, no significa que sea real, ya que una afirmación, no es un argumento.9

 

En la práctica, te puedes encontrar con personas que afirman: “Jesús no es Dios”, “Jesús es el ángel Gabriel”, “La Trinidad es un invento”, etc. ¿Qué debes hacer en este caso? ¡Preguntar! no caigas en su juego tratando de probarles con argumentos que están en un error, porque eso casi seguro no llevara a nada, por lo contrario, recuerda que ellos son los que afirmaron y, por lo tanto, ellos deben dar las razones, no tú; así que no te adelantes (ya vimos que nuestros argumentos a favor de la Trinidad son excelentes, pero no es el tiempo). Un principio general del Derecho es: “quien afirma, está obligado a probar” así que antes de desenfundar tu Biblia, pregunta: ¿podría probármelo? o intenta con una más cortés, ¿cómo ha llegado a esa conclusión?

3. ¿No ha pensado en esto?

Algunas variantes a esta pregunta son: ¿No sería mejor pensar esto?; ¿Alguna vez ha pensado que…?; Si lo que dice es así, ¿eso no implicaría que…?; ¿Puede ayudarme a entender esto…? y a continuación presenta tu objeción de forma que cuestione amablemente la creencia o ponga de relieve la debilidad que ves en el argumento.

Como dijimos, la primera pregunta (o primer tipo de preguntas), son para saber qué piensa el contrario; las segundas, tienen la función de entender por qué piensa de este modo; y las terceras, son un tipo de preguntas denominadas “preguntas guía” las cuales tienen la intención de informar, persuadir, convencer, poner de relieve una debilidad y todo con la meta final: llevar a la otra parte a que adopte nuestra postura.10

En una ocasión con una compañera del trabajo, pude notar que en su muñeca tenía algunas pulseras “místicas” y como yo sabía que ella se consideraba católica, le pregunté: -¿Qué significado tienen esas pulseras? -Atraen las fuerzas positivas -me contestó. E hice otra pregunta: -¿crees en Dios? -Sí. Y entonces recurrí a una pregunta guía- ¿No crees que si Dios es todopoderoso, cualquier otra cosa vendría a sobrar? –a lo que ella me contestó sorprendida: -Jamás lo había pensado de esa forma.

Koukl, posee un nivel más elevado de abstracción y aunado a que lleva practicando por años, hace esto con más destreza, por ello, a continuación, citaré tres ejemplos suyos del uso de este tercer tipo de preguntas:11

– ¿Ha pensado alguna vez que, si la Biblia estuviera escrita sólo por hombres, sería muy difícil explicar el cumplimiento de las profecías? ¿Cómo explicaría usted este fenómeno?

– ¿Puede ayudarme a entender lo siguiente? Si no hay ninguna evidencia de que la vida surgiera de la no vida (abiogénesis) -la vida sale espontáneamente de la materia inanimada y pone en marcha la secuencia de evolución- y sí muchas pruebas en contra, ¿cómo puede decirse que la evolución darwinista es un hecho?

– ¿Puede, por favor aclararme esta duda? Si la homosexualidad es verdaderamente natural, ¿Por qué habría dado la naturaleza a los hombres homosexuales cuerpos diseñados para mantener una sexualidad reproductiva con mujeres y luego deseos de tener relaciones sexuales con otros hombres? ¿Qué razón tendría la naturaleza para dar un deseo para una forma de sexualidad, pero un cuerpo para otra?

 

Esta táctica Colombo, si bien puede seguir el orden numérico en el que se enlistaron, no siempre será la regla, ya que una conversación no es lineal, sino que se ramifica, por lo que es probable que debamos usarlas en un orden diferente y emplear algunas más que otras. Para hacer un mejor uso de esta táctica, te presento 3 consejos prácticos que debes recordar:

1. No pierdas el control de la conversación, tú eres el que llevas el volante, no tu contrario.  Como dije, las conversaciones se van ramificando, pero es importante que saldes cada uno de los subtemas que salten en la charla y que no permitas que tu contrario cambie el tema de forma sutil o que se eludan las preguntas y para ello te puedes ayudar de “narrar el debate” que consiste precisamente en  explicarle a tu interlocutor la dirección que ha tomado la plática y resumirle las preguntas que hasta el momento le haz hecho y cómo es que él las ha contestado; esto para que no levante una cortina de humo, sino que sea confrontado a aceptar las consecuencias de sus propias respuestas.12 Los TJ son especialistas en querer tomar el volante y en cambiar el tema; pon atención a ello.

2. Pide evidencias. Esto es muy común en las redes sociales y se ha vuelto casi indispensable en esta era de “fake news”, siempre que tu contrario sostenga afirmaciones que no te cuadren, pregunta ¿cuál es la fuente?, ¿quién o qué respalda lo que dices? (recuerda la carga de la prueba).

3. Infórmate, conoce y si es necesario reconoce tu ignorancia. No importa que tan bueno seas en la aplicación de estas tácticas, si eres un ignorante sobre el tema a debatir. Yo puedo tener una gran intención y deseo para evangelizar a todo el mundo, pero si ni siquiera sé encontrar en la Biblia el evangelio según Mateo ¿cómo podría lograrlo? Es por eso que debes estar capacitado e informado, debes entender lo que piensa tu contrario y, sobre todo, entender lo que piensas tú y las razones por las que lo piensas. Recuerda que, la muralla china no se construyó de buenas intenciones; hubo un conocimiento arquitectónico detrás y mucho material.  Si llega el momento donde en serio te tomen por sorpresa, simplemente reconoce: “Suena interesante, por favor, permítame pensarlo/investigarlo más a fondo y después le doy una respuesta”. Esto no es una triquiñuela para salir del aprieto, debes tomarlo en serio e informarte.

 

En conclusión. El debate y la defensa de la fe es algo a lo cual Dios nos ha mandado. Para ello, es de mucha utilidad tener una estrategia y esto, no niega nuestra confianza en la soberanía de Dios. Concluimos, que al igual que Jesús, Sócrates, y otros expertos en el tema, la mejor táctica que podemos adoptar es la de preguntar.

Notas y Bibliografía:
[1] Vid. DOUGLAS, Wilson, Debate As a Christian Duty, 2013, [En línea][2] Vid. COLLINA, Beatrice, Sócrates: maestro de filosofía y de vida, EMSE, Barcelona, 2015, pp. 61-62.
[3]Vid. KOUKL, Gregory, Tácticas, Editorial Vida, Tennessee, 2018,pp. 50-51.
[4]Vid. Lc 20:26.
[5] Vid. Mt 21:23-27
[6] Vid. Mc 2: 6-12.
[7] Cfr. UNIVERSITY OF NEBRASKA LINCOLN, Socratic Questioning, 2020, [en línea][8] Vid. KOUKL, Gregory, Op. Cit., pp. 52-55.
[9] Ibid. pp. 64-66.
[10] Ibid. pp.76, 77.
[11] Ibid. pp. 89-90.
[12] Ibid. pp. 91-92.